-La teta es una fábrica sofisticadísima porque entre el bebé más chupe, más leche va a salir…
Me dijo la doula del curso prenatal. Con la misma cara de convencimiento absoluto como si me estuviera diciendo que la tierra es redonda o que La casa de papel va a tener tercera temporada . Una verdad irrefutable.
Es decir, en la teta está perfectamente coordinada la oferta con la demanda. Esto no lo hace ninguna fábrica en el mundo. Ese sistema no lo tienen ni las plantas de producción de Monsanto. En tiempo real la fábrica produce lo que el cliente quiere, en la cantidad que quiere y a la temperatura que quiere. La teta es algo matemático, algo mágico, algo misterioso, pero también algo político: mientras haya demanda, habrá producción, mientras alguien chupe, la teta seguirá sacando leche. Puro sentido común.
Pero el cuerpo no sabe de sentido común. Los obreros de mi fábrica se han organizado para una huelga permanente. El no producir leche me empieza a preocupar. No sé si es una cuestión hormonal pero no pensé que me fuera a importar tanto. Y descubro dos cosas: primero que si me importa y segundo que no estoy preparada para afrontarlo.
Las pocas horas de sueño que me deja el bebé ya no las uso para dormir como debería, sino que me sumerjo de cabeza en todos los foros de internet de la Liga de la Leche, Alba Lactancia Materna y cualquier otra página en inglés, español, italiano o mandarín (con el traductor de google), que me de ánimos. Ya me parezco a Jack Nicholson en la película Resplandor, pegado a la máquina de escribir, siempre escribiendo lo mismo, sin comer, sin dormir. Pues yo estoy así, día y noche pegada al teclado de la tableta googleando siempre lo mismo:
-No me sale leche.
-Secretos para tener leche
-¿la Pony Malta produce más leche?
Cuando escribo en el cuadrito de Google: “No me sale”, él mismo me completa con las frases más tecleadas en el buscador y están en su orden:
-No me sale leche.
-No me salen llamadas.
-No me salen las palabras.
“No me sale leche” al primer lugar. Lo que significa que a estas horas de la madrugada -son las 3:00 am- en el mundo globalizado de internet, las madres desesperadas como yo por dar teta superamos en número a todos los energúmenos que están en algún lugar del globo golpeando repetidamente su celular contra una mesa para que vuelva la señal y poder llamar.
No lo puedo creer, si el hecho de que no salgan las llamadas es la tragedia máxima de los tiempos modernos: no poder hablar por celular, la marginación total en la era digital. Y con todo, las desesperadas madres lactantes les ganamos: estamos más atormentadas y somos más. Y estamos unidas, dándonos valentía unas a otras virtualmente desde foros de entradas infinitas, con nick names tan tajantes como “tetaseca-help”.
Esto me demuestra que el dar teta entonces no es tan natural y simple como yo pensaba y la situación de no tener leche es más que difusa. Un trauma lácteo a escala macro. También superamos a los millones de sentimentales de: “no me salen las palabras”. Pero eso era de esperarse, hoy en día no creo que sean muchos los que se preocupan porque las palabras se les atascan en la garganta, existen otros modos para comunicarse eficaces que la mayoría prefieren al de hablar, como por ejemplo chatear por whatsapp.
En contraste con mi preocupación por no tener leche, está el sosiego que me produce redescubrir la parrilla televisiva de la madrugada. Todos duermen y ahí estoy yo, sentada en un sofá cama rojo que ya tiene la silueta de mis nalgas marcadas, con mi retoño pegado al pecho por horas. Veo de nuevo y después de años, todos los capítulos de las series televisivas de los ochenta que dan por Señal Colombia: Dejémonos de Vainas, San Tropel, NN.
-¿Qué se habrá hecho Germán Escallón ese actorazo que pudo crear un personaje tan cómico como Nerón Navarrete? –me pregunto mientras doy teta.
A parte de las ventanas que ya tengo abiertas en la tableta de E-Lactancia.org y Babycenter, abro otra y escribo: Germán Escallón hoy, Paula Peña hoy.
Fragmento basado en “Aventuras de una super mamá”
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