Antes del amanecer

Cumpliendo cuatro

Ante la evidencia matemática,  biológica y alfabética de los cromosomas XX, me trasnoché muchas noches buscando en Google todos los nombres, sus significados y sus leyendas.

Unos me gustaban y a mi esposo no, unos muy simples otros muy complejos, los que más me agradaban a mí, a él le parecían rebuscados y los que él prefería me parecían demasiado simples:

-¿Qué tal Ludovica?

-le dije masticando mis semillas de girasol, por las noches el proceso de buscar nombres y sus significados iba aderezado por un tarro de frutos secos, pura proteína vegetal para mi niña en cassette. Ludovica me parecía especial, sonoro.

-Ludovica, si viviéramos en Italia, allá es común, pero acá no, ¿quieres que los niños del colegio se la monten desde kinder?

-Bueno,pues no sería tan malo que aprendiera a defenderse desde chiquita…Julia  es lindo ¿te gusta?

-Podrá ser lindo, pero acuérdate que el sonido de la “J” no existe en el alfabeto italiano.

No pensé que lo del nombre fuera tan complejo en una pareja  de nacionalidad diferente. Si era cierto, en italiano si existe la letra “J” pero no el sonido, es por eso que en los programas de farándula italianos no dicen Holliwood, sino Olliwood. No quería que a mi hija le dijeran Ulia. La “J” la pronuncian como “i”, por eso el equipo de fútbol no se pronuncia Yuventus como lo hacen muchos comentaristas sino Iuventus. Quería un nombre sin malentendidos. Si la vida en sí misma está cargada de momentos de confusión para qué ponerle a un hijo un nombre que genere otros adicionales. Andar por la vida deletreando el propio nombre y teniendo que explicarlo desde el jardín de infantes no es cómodo ni deseable para nadie. Vaya uno a saber si esta justificación permanente de algo que define la identidad propia como el nombre puede derivar en futuros traumas o inseguridades personales. No, no me quería arriesgar. Necesitábamos un nombre que se pronunciara igual en italiano y en español, pero tampoco queríamos algo demasiado común.

Aurora.

Googlié el nombre y me salió esto:

Aurora es un nombre propio femenino de origen latino en su variante en español. Su significado es ‘amanecer’; es un nombre usado para augurar la belleza y la luminosidad de la aurora. En la mitología romana, Aurora es la deidad que personifica el amanecer.

Esa fue la definición de Wikipedia, pero la que más gustó fue ésta:

Con frecuencia se la asocia con el epíteto homérico Rododáctila (ῥοδοδάκτυλος: ‘de sonrosados dedos’) Como diosa de la aurora, Eos abría la puerta (con «sonrosados dedos») para que Helios pudiera conducir su carro por el cielo cada día. En La Ilíada de Homero, su toga amarilla está bordada o tejida con flores; con dedos sonrosados y brazos dorados.

Me fascinó esa imagen. Entonces los surcos rosados que uno ve en el cielo cuando aparece la luz de la mañana son las marcas de los dedos de Aurora.

-¿Aurora, te gusta?  -le pregunté al papá deseando que la respuesta fuera afirmativa.

-Si. Aurora Ferraioli, lindo. Aurora creo que se llama la hija de Eros Ramazzotti.

Mejor aún, yo ya tenía dos razones, una mística y otra superficial.

La mística era la leyenda romana que me pareció sublime. La banal era que a mí Eros Ramazzotti me gustaba desde siempre. De niña en un viaje  que hizo mi papá me trajo de regalo el disco de acetato de Eros y desde ahí yo me había vuelto su fan, desde sus más tiernos inicios como cantante y desde mis más tiernos inicios como groopie de alguien. Eros era un cantante de barrio periférico romano que, por esa época, nadie conocía en Colombia y eso me permitía sentirme una fan exclusiva.

Googlié Aurora Ramazzotti y me salió la canción Aurora que Eros le compuso a la hija cuando nació:

Yo no sé si me sucederán, sueños que se hagan realidad

Como los que hoy estoy dibujando entre mis canciones

Y ya que están, mientras estén no dejaré de soñar un poco más.

¿Será, será, será la aurora?… ¿Será, será, será así?

No mueren nunca las cosas, están en ti (una y otra vez)

Si lo has creído una vez, tú podrás seguir (una y otra vez)

Si lo has creído, en serio, como lo he creído yo

¿Será, será, será la aurora?… ¿Será, será, será así?

¿Será la claridad que asoma?

Una inmensa luz vendrá.

Sí, dentro de pocos meses una inmensa luz vendría. Y este era mi momento cursi de la tarde envuelta en una pijama de lana, comiendo pistachos y semillas de girasol, mientras se me aguaba el ojo viendo el video con imágenes de riscos y corazones alados que un aficionado había hecho de la canción de Eros  en YouTube.

Llenos de motivos místicos y superficiales estábamos seguros del nombre que habíamos escogido. Al otro día llamó mi cuñada desde Italia por skype:

-¿Cómo va la barriga?

-Tenemos nombre: Aurora.

– Aurora Ferraioli -dijo mi cuñada como escribiendo cada letra con el dedo índice en el aire.

–  Bello, ojalá no vaya a tener problemas con la pronunciación de la erre, ¿se imaginan? Augoga Fegaioli.

Fragmento de “Aventuras de una super mamá”

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