Acabo de terminar la tetralogía “Dos amigas” de Elena Ferrante. En tiempo record me devoré los cuatro libros de la saga. Compré el primero en promoción en una librería gigante en Roma y lo tuve recogiendo polvo en un estante por un buen tiempo. Una tarde buscando mis gafas me choqué de nuevo con el título, lo abrí, leí la primera página y ya no pude parar.
Entiendo ahora por qué Elena Ferrante se ha convertido en un fenómeno literario a nivel mundial y ahora hago parte yo también de los millones de fans de la enigmática escritora. Y es que Ferrante ha publicado toda su obra bajo pseudónimo y jamás ha aparecido en público, lo que ha aumentado el interés por descubrir quién se esconde detrás de esta pluma prodigiosa que solo da entrevistas por correo electrónico.
La saga cuenta la relación de dos amigas a través de los años, desde la infancia en los años 50 en un barrio popular de Nápoles pasando por la juventud hasta la adultez ya tocando las puertas de la edad madura. Nada especial, dirán muchos. Lo que no se puede resumir en un párrafo y en ninguna reseña es la belleza e intensidad con la que esta relación de amistad visceral es contada. La maestría con la que los pensamientos más profundos de los protagonistas se mezclan con los acontecimientos de la trama. Ferrante es tan buena que se hace invisible, la escritora desaparece para dejarnos en primer plano su mundo y sus personajes. En ciertos momentos la sentí como una médium, en trance, un canal por medio del cual estos seres hablan, se expresan, cobran vida a través de su escritura.
Durante las semanas en que me sumergí en la saga me sucedió algo raro que no me pasa siempre con lo que leo y es que me sorprendí en ciertos momentos del día pensando en los protagonistas de la novela como si fueran personas reales, gente conocida. Ahí estaba yo mientras lavaba los platos y pensando en voz alta: ¿Cómo puede ser tan desgraciado Nino Sarratore?
Y no fui la única, las redes están inundadas de memes y camisetas estampadas donde se lee: “Nino Sarratore uom di merda” (Nino Sarratore tipo de mierda). Tal es la fuerza de Ferrante que crea seres de carne y papel que sentimos cercanos, los amamos, los odiamos, los sufrimos. El éxito narrativo de Ferante y sus tramas ha llamado la atención también de la productora HBO que se prepara a producir la última temporada de la serie basada en la exitosa saga.
Debo confesar que los dos primeros libros “La amiga estupenda” y “Un mal nombre” me gustaron más que los dos últimos “Las deudas del cuerpo” y “La niña perdida” siendo todos maravillosos, pero es que sostener ese ritmo de narración en cuatro volúmenes es ya todo un hito creativo.
Sobre el misterio Ferrante se ha especulado mucho. Aunque la teoría más probable es que detrás del pseudónimo está la traductora Anita Raja, nadie conoce a ciencia cierta la verdadera identidad de la mente detrás de la famosa saga y de otros libros igual de buenos. Claudio Gatti, un periodista italiano hace unos años, hizo una investigación para desvelar el enigma y notó que las cuentas bancarias de Raja registraban ganancias bastante considerables coincidiendo con la publicación de los aclamados libros. Lo cierto es que Ferrante, quien quiera que sea, ha tejido una historia íntima y potente de una amistad con el telón de fondo de los acontecimientos políticos y sociales de Italia en los últimos 60 años que vale la pena leer.
Ps: En la foto estamos con Aurora en Nápoles, donde se ambienta casi toda la trama de los 4 libros.
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