Todos tenemos fotos fijas mentales de los lugares y las culturas que no conocemos tan bien. Para muchos América Latina puede ser más o menos una misma masa tropical que termina en Patagonia y donde todos bailan salsa y andan en chanclas. También se tiende a pensar en África como en un país y no un continente. Metemos a Senegal, Kenia y Nigeria en el mismo paquete. Leones, safaris, niños desnutridos, dictadores, todo en combo.
“Americanah”, así con la “a” alargada es como les dicen en Nigeria un poco en burla a una muchacha que se ha ido a vivir a Estados Unidos, a estudiar o a trabajar y cuando vuelve se viste, habla y come como gringa. En todos los países, ciudades y círculos cercanos tenemos nuestros propios “americanohs”.
Este delicioso libro de la escritora feminista Chimamanda Ngozi Adichie me reveló un montón de matices culturales, raciales y lingüísticos de Nigeria, de África y también de Estados Unidos. Ifemelu es una muchacha de clase media que cansada de las huelgas constantes en la universidad pública de Lagos, decide continuar sus estudios afuera. Poca plata, y soledad son el menú diario de sus primeros años. Y estereotipos, esos siempre están sobre su mesa desde que llega hasta que se va. Ifemelu se sabe negra solo cuando aterriza en Estados Unidos. Solo allí el color de su piel irrumpe determinando todos los aspectos de su vida: las relaciones amorosas, los trabajos que tiene, las clases en la universidad. Discursos compasivos de personas biempensantes que la tratan con lástima porque la imaginan como la sobreviviente de una niñez entre moscos y hambruna, o que vocalizan lentamente cuando le hablan porque no contemplan que alguien nacido en Nigeria pueda saber bien inglés.
Ifemelu descubre una América muy diferente a la que soñaban sus amigos antes de graduarse del colegio. Una América hecha con el rompecabezas de fotos mentales que todos han construido con retazos de realidad sobre los otros: los blancos, los negros afroamericanos, los negros africanos, los latinos.
Esta es una buena novela sobre la omnipresencia de los estereotipos en la formación de la imagen que nos hacemos de los otros, pero también sobre la fuerza con la que la realidad los desbarata. Como cuando un amigo le cuenta a Ifemelu que cada vez que en un aeropuerto hace la cola en primera clase, siempre hay alguien que lo mira sonriente y divertido como insinuándole que se equivocó de fila: “No puedes tener ese aspecto y viajar en primera clase” a menos que seas un negro multimillonario como, de hecho, él lo es.
¿Has leído algún libro de Chimamanda que me quieras recomendar?
También te podría interesar: «Circe» de Madeline Miller
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.