Conocemos todos esta teoría de que si una mariposa mueve las alas en Sri lanka puede causar un huracán en Estados Unidos. Un pequeño gesto de un ser lejano a millones de kilómetros puede influir en las vidas de otros seres repartidos a lo largo y ancho del globo terráqueo.
Bueno pues desde hace un buen tiempo venía yo con la idea de ofrecer clases online, pero no se había dado el aleteo del animal necesario para crear las condiciones de hacerlo. Lo estuve posponiendo durante meses, cuando de pronto: pum! llegó el virus con nombre de cohete y nos obligó a encerrarnos y a sumergirnos en una vida virtual como nunca antes.
Y decidí entonces abrir mis espacios de Yoga Online, por fin.
Entonces no fue el efecto mariposa, sino más bien el efecto murciélago, jamás se me hubiera podido ocurrir que el último aleteo del pequeño animal antes de terminar en la sopa mal cocinada que nos tiene en estas, hubiera podido ser el detonante de mis clases online.
Así que, aquí estoy todos los lunes y viernes por la plataforma Zoom dando mis clases de Yoga Flow y Yoga Barre. El contacto de una clase presencial es especial, pero también es increíble podernos encontrar en un espacio virtual, todos desde nuestras casas dispersas por el planeta para disfrutar de un momento de conexión con otros, detrás de la pantalla y con nosotros mismos en el mat.
Y qué bueno si de esta compleja situación de encierro colectivo florecen nuevos espacios y proyectos para estar juntos de maneras distintas y apoyarnos de mil modos a través de la red mágica Internet.
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