¡Proletarios digitales, uníos!

proletarios digitales

Podrán hablar pestes de nosotros en el futuro, pero lo que no nos podrán quitar es la candidez. La ingenuidad con la que en estos tiempos nos acercamos a la tecnología. Qué tiernos somos. Jurando que somos artistas creativos difundiendo nuestro arte en Instagram. Candorosamente abandonamos los pinceles, las guitarras, la escritura por correr hacia el teclado de un celular. Y ahí están mis pinceles, sin usar por más de un año y ahí están los libros que me faltan por leer y las canciones de guitarra que me faltan por cantar. Y las horas de juego con mi hija a las que he renunciado por instagram. Qué pícardia, habría dicho mi abuela, ese era su término preferido cuando se refería a alguien que graciosamente sacaba tajada de una situación. Si, qué picaras las redes sociales, haciéndonos creer que somos creadores, si lo que les interesa es que nos convirtamos en lo que somos: consumidores. O díganme cuánto tiempo pasan ustedes escroleando vidas ajenas con el pretexto de que se están inspirando.

Qué habría sido de Leonardo da Vinci con una cuenta de Facebook o Instagram? Cuánta energía creativa habría posiblemente despilfarrado en selfies insulsas? Qué sería de canciones maravillosas inspiradas en amores platónicos e imposibles como “Creep” de Radiohead si en vez de escribirla el autor se hubiera desahogado con horas interminables curioseando en Tinder?

Leí un artículo sobre el filósofo alemán Markus Gabriel que habla de lo que somos hoy: proletarios digitales. Eso somos, con la diferencia de que vamos a “trabajar” horas extras en la fábrica con caras felices, volcando horas enteras de vida e información en las redes para que algunas pocas cuentas bancarias se nutran hasta explotar. “Trabajamos” gratis sin chistar. Domingos, festivos, a la hora del almuerzo y la comida, siempre dispuestos a darlo todo, un click más, una foto más, una selfie más. Trasnochamos y madrugamos sumergidos en las redes sociales. Ya no vamos a la fabrica a ser utilizados, nos dejamos utilizar con gusto, garbo, buenas poses y buenos filtros. Pantalla es lo último que comemos al acostarnos y lo primero al levantarnos.

Una revolución digital, dice Markus Gabriel que es lo que necesitamos. Así que como dice una de las canciones preferidas de mi hija Aurora: ”Cierra la pantalla, abre la medalla”. Sí, cierra la pantalla y agarra esos pinceles que te están esperando desde hace más de 8 meses con la tempera endurecida y pegada por falta de uso. O quema tu sim card, bota el Huawei por la ventana y si no funciona, bótate con él. Pero asegúrate de que esté prendido para que todo quede grabado y pueda ser transmitido en directo por Instagram Live.

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