Que tiene muchos beneficios, que despeja la mente y hasta que cambia la vida. En mis clases de yoga muchos alumnos me dicen que no saben cómo empezar a meditar, que no pueden meditar, que les cuesta meditar. Yo tampoco soy experta en la materia, estoy todavía dándole, como se dice.
Tal vez pensamos que meditar es un estado de consciencia inalcanzable, lejano, imposible. Y sí, quizás para los más diestros en la práctica así sea, pero me gusta pensar en la meditación no como un fin sino como un camino (cliché total) pero aquí sí aplica. Me gusta proponer en mis clases y también en mi vida diaria una meditación que es un intento, un deseo y una intención, no un resultado.
Algunos alumnos me dicen: me duermo, otros se quejan de que les empieza a picar y doler todo, otros de que empiezan a pensar en mil cosas a la vez y no pueden “vaciar la mente”.
Vaciar la mente es muy complicado, la mente está hecha para eso, para pensar. Pero sentarse o acostarse por unos minutos en intención de silencio, aunque parezcan intentos fallidos, ya es entrar en un camino al que podemos llamar meditación. Y como todo, como correr maratones o tocar el piano, entre más práctica se ve más el progreso.
Algunos días me levanto temprano supuestamente a meditar y termino profunda, otros, no me duermo, pero no logro relajarme. Lo que si es seguro es que los días en que hago el intento se refleja 100 por ciento en mi día de forma positiva: me siento más centrada, con más claridad para resolver y más foco.
Les dejo algunos consejos básicos para que se acerquen a la meditación desde cero, hagan el intento, vale la pena:
- Busca una hora. preferiblemente la misma siempre. Cualquier hora del día está bien, lo ideal es que sea una hora en la que no vayas a tener interrupciones. Por eso puede ser bueno o muy temprano en la mañana o tarde en la noche, pero que no te de sueño.
- Sin expectativas. No va pasar “nada” aparentemente. Vas a estar solo contigo por unos minutos, disfruta sin afán.
- Postura. Trata de estar sentado sobre una silla o en el piso sobre un cojín con las piernas cruzadas y la espalda recta. Siente que tu coronilla jala hacia el cielo y la base de tu columna se enraíza en la tierra.
- Observa tu cuerpo. Lleva la atención a diferentes partes de tu cuerpo. Observa con atención las sensaciones físicas. Si hay tensión, intencionalmente suelta y relaja. Puedes empezar desde la cabeza hasta los pies o viceversa.
- Respira y cuenta. Inhala y exhala profundo y contando, eso funciona para mí. Porque le estamos dando a la mente la tarea de hacer algo especifico: el conteo y eso hace que se dirija hacia una sola cosa: la respiración. Me funciona contar del 1 al 9 en cada exhalación y devolverme.
- Observa tus pensamientos. Me gusta usar en mis clases esta imagen que es muy común en meditación: visualiza tu mente como un cielo azul y cada pensamiento que llega es como una nube que pasa, pero no se detiene, la dejas ir. Durante toda la práctica llegarán a ti pensamientos de todo tipo, obsérvalos, no los retengas, déjalos pasar.
- Muévete y estira. Para terminar, ve moviendo suavemente diferentes partes de tu cuerpo y luego estírate libremente, como cuando te desperezas en la mañana. Finalmente relájate en la postura del niño (la de la foto) por unos minutos.
Entre más pronto comiences, más verás los beneficios. 🙂
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.