La primera vez que pisé esta ciudad me sentí como dentro de un libro Pop Up. Mis preferidos cuando era niña, de esos que se abren y las páginas se levantan con figuras de cartón en tercera dimensión. Bueno, en Roma yo me sentía y todavía me siento como dentro de uno de esos libros.
5 cosas de las tantas que me gustan de esta ciudad:
1. La luz.
Aunque sea invierno casi siempre el cielo es azul, y cuando los pronósticos anuncian lluvia, la mayoría de las veces se equivocan. En promedio solo 79 días lluvioso en todo el año. Digamos que la índole del cielo romano es brillar y eso influye en los ánimos y aporta vitamina D gratis.
2. El ritmo.
Todo es relativo en este mundo. Los romanos se quejan del tráfico y el frenesí. Y sí, en horas pico el tráfico puede ser pesado, pero tal vez cuando uno viene de una urbe sudamericana como en mi caso, el ritmo de esta ciudad me parece más bien tranquilo. Siempre hay tiempo para un café, un aperitivo y una caminata.
3. A propósito de caminatas, esta es una ciudad hecha para caminar. Roma se disfruta mucho más siendo peatón. Sus rincones, sus calles, sus monumentos, sus parques, todo se ofrece a manos llenas para quien la quiera caminar. Además, encontrar parqueadero sí puede ser una odisea en esta ciudad.
4. La comida. Este pudo ser mi top número 1, pero soy una lagartija y adoro el sol. Por eso, en mi caso, la luz le ganó a la comida (aunque bastante reñidas).
En Roma se come bien en cualquier lugar. Sea chuzo, puesto callejero, restaurante de barrio o con estrellas Michelin. Cuando voy por la calle y escucho conversaciones de la gente al pasar, casi siempre están hablando del argumento predilecto: comida. Y con toda la razón porque la comida de Roma es celestial, ya sea para los golosos de dulce o de sal.
5. Las fuentes. La democratización completa del agua potable. La posibilidad de llenar nuestro termo en cualquier andén o de tomar agua fresca y deliciosa directamente del tubo de estos “Narizones” como les llaman tradicionalmente a estas fuentes por su forma. Por más de 2000 años los romanos se las han arreglado para ofrecer y consumir agua pura y además llena calcio, lo que le da un sabor característico que a mí me encanta, como tantas otras cosas de esta ciudad.
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