Las primeras tetas de las que tengo memoria, externas, ajenas al entorno doméstico, fueron las de un libro que se llamaba: «De Dónde Vienen los Niños», era un libro originalmente en alemán me parece, traducido al español. Un libro avanzado para la época. Empezaba explicando la reproducción de animales pequeños: lombrices, pollos, perros, gatos y...
Mejor que a los veinte
Le hemos cogido mucho cariño a nuestro cuerpo. La fuerza de la gravedad es inversamente proporcional al autoestima. A los 20 cuando las carnes tensas se mantienen templadamente en su sitio a pesar de la comida chatarra, los trasnochos y excesos propios de la vida loca juvenil, vivimos acomplejadas con nuestro cuerpo, por gordo,...
Las mujeres y el pelo
Hace unos meses me dio por experimentar unas sopas orientales que vi en internet. Compré todos los ingredientes y me metí en la cocina a probar. Mientras metía los fideítos en el agua escuchaba las risas de mi hija en la tina, mi esposo la estaba bañando. Oí que salieron y jugaban sobre la cama...
Ser bonita
Cuando yo tenía como ocho años, mi tía me llevó a un casting para una película que iban a filmar donde vivíamos. Una ciudad pequeña, “un pueblo” le decían despectivamente los que habían conseguido saltar la charca para irse a vivir a Cali o a otras urbes de mayor renombre. Así que este proyecto cinematográfico...
La edad para hacer lo que se nos da la gana
Cuando yo era chiquita y terminaba de almorzar, si el día estaba bueno, me iba a un pastizal que había detrás de mi casa. Extendía una toalla del baño en la hierba, luego abría con las uñas el papel pegado de una especie de ladrillo que vendían con el nombre de “chicle globo” y...
Volverse adultos
Noviembre de 2002, vuelo Miami- Madrid. Estoy en la edad de comerme el mundo y empezaré por una tajada de Europa. Camino sin afán por el aeropuerto. Noto mi reflejo en la vitrina de un almacén de perfumes. En mi cara lavada campa la frescura de la juventud pero sin las inseguridades de la adolescencia....
la teta
Pasé muchos ratos de niña sentada en las piernas de mi abuela. Sin una várice, sin un vasito reventado, torneadas y porcelanudas. Una vez, antes de morirse, mi mamá llegó de afán a verla en la clínica y al abrir la puerta de la habitación sorprendió a tres enfermeras levantándole la falda: -¡Parecen de quinceañera!…...