
Todo cambia después de que nace un hijo. El sexo también, sobre todo los primeros meses. Si uno es afortunado cambia, si no, simplemente desaparece. Me rehúso a que desaparezca de mi panorama inmediato. Pero debo reconocer que mi ranking de los siete pecados capitales ha cambiado. En este momento de no dormir, trasnochar, la pereza me llama mucho más la atención que la lujuria. Primero la pereza, luego la gula y de última la lujuria. Sigue leyendo